EUTROFIAS
EXPOSICIÓN DE PINTURA DE JUAN JOSÉ MOLINA VILLAESCUSA. LIBRILLA (MURCIA) NOVIEMBRE 2017.
TURBULENCIA I. Óleo y papel marouflé sobre lienzo. JJMV |
CON DISCIPLINA...ESTÉTICA
Si en una voluntad artística cupieran no más de tres elementos, necesariamente habrían de ser: armonización con un campo visual materializable; elevación del mismo hacia su dignidad estética y descenso hacia la invasión ejecutora.
En lo ajeno al ambiente de los grandes centros metropolitanos cabe una pureza de espíritu plástico; y en la soledad burguesa o campesina una riqueza de valores que se divorcien del propio ambiente aspirando a la unanimidad, la cual, cuando es admirable, se denomina liturgia.
Cabe, además, en la región de lo epigonal, la sempiterna inspiración clásica que nutra el arte mejor de la joven plástica en España. Y, como decía D’Ors, lo clásico es, en rigor, lo que excluye el bastardo elemento estético que es la sorpresa.
Siempre nos ha parecido muy poco fiable, a propósito de la obra artística de Juanjo Villaescusa, como intelectual higiene contra su aparente dispersión individualista, la virtualidad de aquella doble fluencia: búsqueda de renovación infatigable y sujección vigorosa al ambiente nativo.
La nueva unidad de arte y técnica en Villaescusa, tejida de silencios sobre al cañamazo de una tensión sincrética, parece aducir soluciones “racionales” del universo en la configuración de símbolos, pero sin desarraigo nunca de la realidad.
En este sentido, acaso sin él advertirlo, cuán cerca de la vanguardia constructivista de la Bauhaus, cuando la escuela de Gropius proponía la interiorización de los conflictos sociales y su restitución estética, cosa que solo Paul Klee consiguió funcionalizar en su sistema figurativo.
Otras veces, empero, Villaescusa retira con complacencia los velos de símbolos, intentando que todo se le arracime: pigmentaciones poderosas, luminiscencias de floresta, hortales de azafrán, de plata, de lapislázuli...
No son, con todo, sino grávidas semillas de una vasta concepción plástica que teje en la mañana y desteje a la noche, porque luego configurará esa otra apoteosis de su camino claro.
JUAN ANTONIO LÓPEZ DELGADO