UNA TARDE DE FIEBRE CREATIVA
"Recuerdo una tarde en el estudio de un amigo, en una época en que tener cuatro metros cuadrados para poder pintar era un lujo al alcance de unos pocos.
Esa tarde nos pusimos a pintar todos sobre el mismo lienzo simultáneamente. Al principio cada uno respetaba su espacio e iba haciendo "su" parte, más o menos zonificada en función de la posición que ocupaba frente al lienzo. Pero al poco, una vez inmersos en la tarea creativa, invadíamos con nuestros trazos y manchas de color zonas que alguno de nosotros ya había resuelto con éxito, y una grácil cabeza de nadadora, con gorro verde, se convertía de pronto en una máscara de fuego, de amarillos y naranjas que inmediatamente era "poseída" por una aguada azul acrílica que, en cuestión de segundos era acribillada con salpicaduras negras y rojas, para desaparecer ipso facto por gruesos trazos blancos. Aquel cuadro se acabó cuando quedamos exhaustos y perdimos el interés, o que había tantas capas de pintura superpuestas que ya no admitía más y lo que convenía era parar. Entonces el asombro se dibujaba en nuestros rostros sudorosos al contemplar aquel lienzo extraño que, sin embargo, a ninguno de nosotros podía atribuirse en cuanto a criterios plásticos, estéticos o de estilo.
Todos conocíamos los cadáveres exquisitos de los surrealistas de principios del siglo XX, pero aquello no lo era, era otra cosa, algo con entidad propia. Lo plural devenido en singular, o a la inversa, o yo qué sé. En fin, creo que para todos la experiencia fue muy gratificante.
Lo único que sé es que cuando miro una de esas obras sigo reteniendo en la memoria todas las fases por las que pasó antes de su estado final (sé que están ahí todos esos trazos ahora invisibles).
Aquella tarde pintamos veinticuatro lienzos; nos los repartimos entre Gonzalo, José, Charlie y yo."
JJMV, 23/11/12
No hay comentarios:
Publicar un comentario